En estos tiempos que vivimos, en los que pasamos largas jornadas en el trabajo, sacando adelante las tareas codo con codo con nuestros jefes, es posible que crucemos esa línea imaginaria que separa lo profesional de lo personal. Pero por muy bien que nos llevemos, no deberíamos olvidar que es nuestro jefe y que bajo él está la decisión de despedirnos o mantener nuestro empleo. Ante todo hay que ser respetuosos y acatar sus órdenes de la mejor manera posible.
En este post te mostramos algunas de las frases que no deberías salir NUNCA de tu boca.
“No es culpa mía”.- Y es posible que no lo sea y estés en lo cierto, pero no puedes echar balones, fuera como si aún estuvieras en el jardín de infancia. Los que los empresarios buscan es trabajadores resolutivos, si ha surgido un problema intenta solucionarlo, no intentes escurrir el bulto como si contigo no fuese la cosa.
“Eso no está dentro de mis funciones”.- Si tu jefe entiende que debes hacerlo, hazlo o se puede considerar insubordinación. Además no puedes andar poniendo trabas a sus necesidades.
“Ayer salí y tengo resaca”.- Si saliste, no debes dar explicaciones y has de ser consecuente. Si tienes resaca te aguantas y sino, no haberte ido de parranda la noche anterior sabiendo que debías trabajar al día siguiente. Nadie y menos tu jefe deben notar los estragos de tu juerga.
“Estoy muy enferma para ir a trabajar”.- Todos tenemos derecho a ponernos malos, debes ser sincera y responsable. Y no exagerar los síntomas. Lo lógico es que vayas al médico y pidas un justificante, siempre y cuando tu enfermedad sea real. Tampoco debes abusar o por muy cierto que sea, terminarán prescindiendo de tus servicios.
«Quejarte o replicar». Si estás descontenta puedes hacérselo saber, pero no por norma. Tu jefe estará encantado de saber tu opinión, pero si tu sentir siempre es negativo acabará por no preguntarte o apartarte del proyecto.
“Es que Fulanita cobra más”.- Cada empleado tiene unas labores y competencias. Si quieres un aumento, expón tus pruebas basándote en evidencias de tu trabajo. No te escudes en lo que cobra o deja de cobrar el resto. Es un comportamiento infantil no saber argumentar con tus propias responsabilidades.
“Me pillas liada, pídeselo a otro compañero”.- Si ha decidido que lo hagas tú, sus motivos tendrá. Y si es cierto que estás ocupada, házselo saber, pero queda en su mano decidir si se lo pide a otro compañero o no. Acata y muérdete la lengua.
Mujer21
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