http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js

¿Gris y apagada? Los peelings pueden generar un gran cambio en la piel

A veces el cutis no tiene un aspecto muy saludable y se ve sumamente descolorido. El cambio constante entre un ambiente cálido y el frío, el paso de salas interiores a la contaminación y los rayos ultravioletas del exterior son una exigencia permanente para la piel. Si no se la cuida, es posible que adquiera un tono apagado y gris porque le faltan la humectación y frescura que precisa.

En ese caso, los peelings pueden ayudar. Pero no todos los productos tienen el mismo efecto y, además, es bueno tener en cuenta cuál es el tipo de piel a tratar y la problemática que presenta.

En principio, el peeling es ideal como método de limpieza porque actúa a un nivel profundo, descarta células inactivas y le devuelve a la piel su color vital. Pero es bueno saber que la piel se renueva, en promedio, cada 28 días, y en ese lapso las células van cambiando de sitio hasta quedar en la superficie como pequeñas escamas microscópicas que son las responsables del color apagado.

Hoy en día existen fundamentalmente dos tipos de peeling para hacerse en casa. Los mecánicos contienen pequeñas partículas de pulido que dan buenos resultados en pieles de grandes poros y grasosas. Pero no todos los granulados son iguales.

Los clásicos, en su versión original, contienen arena o semillas de albaricoque finamente molidas, dos elementos que tienen un muy buen efecto de pulido. Luego existen ya desde hace tiempo otros productos que presentan pequeñísimas partículas de polvo que ofrecen un efecto mucho más suave sobre la piel.

En cambio, los peelings enzimáticos contienen justamente enzimas de frutos como la papaya, que actúan sobre la grasa y las proteínas y de ese modo pueden desechar la suciedad y el sebo. Pero, atención: se recomienda no aplicar este tipo de productos más de una vez por mes. ¿La razón? Los peelings enzimáticos suelen descartar la capa más superficial de la piel casi por completo, y esa capa necesita tiempo para regenerarse.

El uso de los peelings tradicionales es rápido: tras lavarse el rostro se toma un poco de la mezcla, se distribuye en toda la superficie de la cara, se masajea con cuidado, obviando el contorno de los ojos, y luego se enjuaga con agua tibia. En cambio, los peelings enzimáticos requieren algo más de tiempo. Suelen ser productos en polvo a los que hay que añadirles agua tibia. Luego se esparce la mezcla sobre el rostro y se coloca una compresa tibia sobre la aplicación.

La compresa debe ser recambiada varias veces para que las enzimas puedan actuar. Sin embargo, es bueno saber que los peelings que se venden para uso particular suelen ser menos activos que los que ofrece un cosmetólogo o un dermatólogo.

Y eso también vale para la abrasión microdérmica. Este método consiste en la aplicación sobre la piel de diminutísimos cristales que son reabsorbidos de inmediato.

Según los especialistas, la ventaja de este método es que no sólo aporta una limpieza profunda, sino que además deja cierto efecto de lifting: los poros reducen su tamaño y las pequeñas arrugas se ven atenuadas.

Pero en este caso es bueno tener en cuenta que no es el método adecuado para cualquier tipo de piel. Por ejemplo, se recomienda no aplicarla en caso de acné. Las enfermedades infecciosas y la neurodermitis también deberían evitar este tipo de tratamientos, y por eso se recomienda que, antes de aplicar una abrasión microdérmica, se haga un detallado análisis del cutis.

Andrea Abrell (dpa)

http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js