Siempre practicó deportes. En general, salía a correr. Luego quedó embarazada. Para Laura, no fue motivo para dejar de ejercitar, pero lo cierto es que cambiaron algunas cosas. En los primeros meses, por ejemplo, salió a caminar a paso acelerado, pero con bastones especiales para caminatas. «Fue una sensación en el vientre. No me gustaba que se sacudiera tanto la zona«, dice.
Durante el embarazo, es muy importante prestar atención al vientre y al cuerpo mientras se hace deporte. Si la madre se siente bien, el niño está bien.
El deporte no suele tener sólo un efecto positivo en el cuerpo, sino también en la psique, según indican varios estudios. Las mujeres embarazadas que practican deportes suelen tener una mejor percepción de su cuerpo, se sienten más seguras. Y en las primeras semanas después del parto, tienen menos probabilidades de sufrir depresiones. Para Laura, esto es así: «Me siento mucho mejor cuando hago deporte«.
Algunos médicos creen incluso que practicar deportes durante el embarazo puede tener un efecto positivo sobre el parto. Hay estudios que indican que si bien las mujeres que hacen deporte, sienten los mismos dolores durante el parto que las que no, las primeras los toleran mejor.
El deporte fortalece sobre todo el sistema cardiovascular, acelera el metabolismo, evita la diabetes durante el embarazo y los dolores de espalda. Sin embargo, todo depende de la dosis justa. El máximo para una embarazada es una hora por día. Y lo mejor es entrenar de forma moderada y no de forma anaeróbica. Si la frecuencia cardíaca es muy alta, el cuerpo toma oxígeno de los órganos. Lo mejor es usar un reloj que tome el pulso durante el ejercicio. Otra forma de controlarlo es tratar de hablar mientras se ejercita: si es posible, aún se está en terreno seguro.
Laura escuchó a su cuerpo. «Si algo me costaba mucho, bajaba un poco el ritmo«, dice. Éste es para la mayoría de los especialistas el mejor consejo: escuchar al propio cuerpo y detenerse si siente que es demasiado.
A medida que el embarazo avanza, llega un momento en que el tamaño del vientre dificulta muchos movimientos. Cuando llegó a ese punto, Laura dejó de caminar rápido y se pasó al yoga y la natación. «Me gustaba mucho nadar. Me sentía ligera en el agua, era fácil moverme«, recuerda. «El impacto se producía cuando salía del agua«. Todas las semanas se encontraba con otras mujeres embarazadas en la piscina, donde hacía aqua-gym. El curso le sirvió además para conocer a otras madres.
De acuerdo con los médicos, en principio es posible practicar cualquier deporte durante el embarazo, pero hay que tener en cuenta la historia previa. Una deportista muy entrenada probablemente pueda exigir más a su cuerpo que una mujer que hizo ejercicio de tanto en tanto. Además, hay que asegurarse de que el estado de salud en general sea bueno.
Las excepciones son los deportes muy agresivos, que hay que evitar para que no se produzcan lesiones. Tampoco se recomienda la equitación en las embarazadas. Una caída del caballo no tiene por qué ser necesariamente peligrosa para el bebé, pero las operaciones y tratamientos que hay que hacer si esto sucede pueden serlo.
Los médicos recomiendan a las mujeres que no hicieron nunca deportes que se muevan durante el embarazo. Las opciones son largas caminatas o natación. Nada que las canse mucho. Aunque el ritmo sea tranquilo, el movimiento activará la circulación.
Después del parto, sí es necesario hacer una pausa para que el cuerpo pueda recuperarse. No hay que empezar antes de tiempo y en todo caso, hay que consultar primero con el obstetra o la partera. Laura volvió a hacer deporte diez semanas después del parto. De todas formas, cuando llega el bebé, el tiempo para hacer deportes se reduce.
Dpa/Mujer21
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