Hoy en día todos sabemos qué es el yoga, y la práctica de pilates también está muy extendida. Pero existen nuevas tendencias de relajación. Para una de ellas ni siquiera se precisa tener una colchoneta, ya que los ejercicios se pueden practicar incluso en la oficina. ¡Y también son muy útiles para madres y padres estresados!
La idea central es que la relajación comienza por la cabeza. El estrés no es una cuestión azarosa y depende en gran medida de cómo uno pueda reaccionar ante determinadas situaciones o presiones.
Uno de los problemas que todas tenemos cotidianamente es que se corre de un lado a otro y, en definitiva, nunca se está en un único lugar. La cabeza siempre está dando vueltas, pensando en el siguiente paso, preocupándose por asuntos de mañana y enfadándose por cuestiones que sucedieron ayer. Eso hace que casi nadie viva en el ahora, en el momento, y precisamente eso es lo que deriva en una sensación permanente de insatisfacción.
A la mayoría de las personas, al despertarse por la mañana, se les enciende una especie de piloto automático. Y como activan un mecanismo que han puesto en práctica una y otra vez, mientras se duchan ya están pensando en el café que van a preparar, a qué hora deben salir, por dónde deben pasar antes de ir al trabajo, etcétera.
Para ponerle un parate a ese aluvión, existen enfoques que proponen ejercitar «frenos» que ayuden a llevar la atención al aquí y ahora. Lo fundamental es cuidar el momento y lograr estar en el presente. Allí se vuelve fundamental apagar de vez en cuando el piloto automático y detener la cabeza con el objetivo de generar cierta distensión y sosiego.
En el día a día puede resultar muy útil hacer este tipo de paréntesis, ya sea mientras uno está en la fila del supermercado, en un atasco o en un día muy agitado en la oficina.
Uno de los errores clásicos que se cometen en el trabajo es el conocido «multitasking«, es decir, hacer varias tareas a la vez, pese a que los especialistas aseguran que ni las mujeres ni los hombres tienen semejante capacidad. Se puede, pero para el cerebro, que se dedica a una cosa por vez, significa estar saltando continuamente de un asunto a otro, lo que en definitiva representa un despilfarro de energía y genera una gran fatiga.
Hay personas que ni siquiera notan que este modo de trabajo las agota.
Los ejercicios de cuidado pueden ayudar además a evitar caer en los comportamientos y reacciones de siempre ante determinadas situaciones complejas. Por ejemplo, a mucha gente ver que el jefe le viene a hablar la tensa internamente. Allí lo importante es intentar desbloquear ese automatismo, dar un paso atrás, y tener un pequeño truco para evitar que se disparen las reacciones habituales.
El primer paso es observar exactamente qué situaciones generan tensión y cómo se traduce esa tensión en el cuerpo. Por ejemplo, hay quienes transpiran súbitamente ante una situación de estrés. No es bueno avergonzarse de esa reacción ni intentar ocultarla. Es mejor ser consciente de qué sucede y en qué momentos, e idear ejercicios que destraben la situación que se percibe como «comprometedora».
Justamente el cuerpo, que es en donde se producen esas reacciones automáticas, puede ayudar mucho como contrapeso a la psiquis. A través de la respiración o de la concentración en un gesto distinto, inesperado para uno y para el otro, las contracturas físicas y mentales pueden desaparecer.