El mejor amigo tiene una vez más zapatos nuevos, mientras que uno usa los mismos viejos y desgastados de siempre. Toda la pandilla se va al cine, pero a fin de mes a uno ya no le queda nada de dinero. Los mejores vaqueros, el último modelo de smartphone, los zapatos de marca…para los jóvenes es importante mantener el ritmo a los amigos.
Para la mayoría la fuente de financiación son los padres, ya que son ellos los que aportan el dinero de bolsillo. Gran parte de los especialistas considera que los padres deberían darle dinero a los hijos para sus gastos, incluso aunque no siempre consideren razonables sus inversiones. A fin de cuentas, el dinero de bolsillo, es el único dinero propio con el que cuentan los hijos, más allá de que también dispongan de algún dinero regalo de Navidad, cuando sacan buenas notas o llevan adelante tareas importantes en la casa.
Cuando se nota que los amigos disponen de más dinero que uno, no está de más preguntarles de dónde lo obtienen y qué pagan con él: ¿tienen que comprar con él los útiles escolares y el almuerzo? Si se comprueba que se recibe menos dinero que los demás, se puede hablar del tema con los padres.
Lo mejor es contar con una estrategia de negociación: quien quiere más dinero debería pensar qué puede ofrecer a cambio a los padres, ya que quien está dispuesto a asumir más responsabilidades en la familia está en una mejor posición para negociar. Se puede ofrecer sacar la basura o cortar el pasto todas las semanas, por ejemplo. Lo cierto es que quien asume tareas regulares demuestra que cuenta con la madurez suficiente para ganar más dinero.
Sin embargo, en algunos casos, contar con menos dinero de bolsillo no se debe a una decisión consciente de los padres, sino simplemente a que la familia cuenta con una economía más reducida. Los jóvenes también deben aprender a aceptar que hay diferencias. Si los amigos están por ir al cine por tercera vez en la misma semana y a uno no le alcanza el presupuesto, basta con decirles que se será de la partida la próxima vez, pero no ésta. Este tipo de cuestiones no deberían representar un problema entre amigos.
La mejor forma de manejar estas diferencias es ser consciente de que el dinero no lo es todo y que no define las cosas importantes. Ser consciente de esto también ayuda a aceptar mejor las diferencias. También conviene tener en claro cuál es el valor de cada uno: ¿Soy buen amigo? ¿Sé escuchar a los demás? ¿Soy buen alumno? Responderse a estas preguntas dará una idea de que hay muchas cosas más importantes que el dinero.
El dinero de bolsillo se vuelve especialmente importante para los jóvenes en relación con la ropa. Sin embargo, es bueno saber que hay formas de destacarse más importantes que un vaquero. Un estilo propio se puede construir incluso con poco dinero. Y hay muchas prendas que se consiguen por un precio menor simplemente por no ser de marca. Por eso, es importante que los jóvenes se pregunten qué prendas les gustan más antes que preocuparse por las marcas.
Y si todo esto no funciona, también existe la alternativa de buscar un empleo. Quien elige destinar algunas horas de su tiempo libre a trabajar en algo que le de un dinero extra aprende rápidamente a valorar lo ganado. Además, los jóvenes que trabajan en su tiempo libre suelen emanciparse más temprano.
Dpa/Mujer21
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