Marina tiene un itinerario semanal más que deportivo: va de la cancha de fútbol, a las clases de natación y de la escuela al curso de danza. ¿Para tomar clases? No, para llevar a sus hijos. «Mis tardes consisten básicamente en llevarlos y traerlos de sus actividades. Me siento como una chófer«, cuenta esta joven madre riendo.
Su hijo Leo, de 11 años, juega al fútbol y toma clases de guitarra. Max, de 9 años, también juega al fútbol y toca la batería. Y la pequeña Masha, de 4 años, anda con todos de aquí para allá y a veces también toma clases de natación.
«No todos tienen clases al mismo tiempo. El mayor entrena los lunes y miércoles y el menor martes y jueves», cuenta Marina, que no siempre encuentra el tiempo para hacer las compras mientras sus hijos juegan al fútbol porque «hasta cierta edad se recomienda que los niños estén acompañados«.
Los fines de semana no son muy distintos. Por lo general todos tienen alguna actividad.
¿Cómo hacer para que los hobbys no se conviertan en un factor de estrés para los padres? ¿Cómo congeniar las diversas actividades?
La buena organización es un punto tan crucial, como la pregunta de, cuál es el curso ideal para cada niño. Es importante escoger la actividad de acuerdo con las preferencias de cada uno, pero sea cual fuere, los especialistas aseguran que siempre es positivo que los menores tengan al menos una actividad extracurricular.
Muchos padres se desesperan al ver que los intereses de los pequeños, cambian constantemente. En esos casos puede servir pensar juntos qué les gustaría hacer, qué les divierte. Lo fundamental es no obligarlos a hacer algo con lo que ellos no se sientan a gusto pero, al mismo tiempo, enseñarles a tener cierta constancia. Por ejemplo, se puede llegar a un acuerdo y decirles que si inician una actividad deberían sostenerla durante al menos tres meses.
En cuanto a lo que implica la organización para los padres, vale la pena saber que no están solos y que muchos clubes ofrecen planes que los tienen en cuenta. Por ejemplo, algunas asociaciones deportivas trabajan junto con los jardines de infantes. Otras ofrecen cursos para padres en paralelo a las clases para los menores. De ese modo, el deporte pasa a ser una actividad familiar y un horario útil para toda la familia.
En algunos clubes también se ofrecen cursos simultáneos para ambas edades, teniendo en cuenta que muchos niños se sienten tranquilos al ver que los padres también están haciendo la misma actividad.
Además de evaluar dónde se realizan las actividades y de contemplar las distancias entre la casa, la escuela y el club, es importante no someter a los niños a fuertes presiones.
Si los padres insisten demasiado en la importancia de ganar un partido o de entrenar, los pequeños pueden perder rápidamente todo interés. En este sentido, es fundamental que los padres sepan evaluarse a sí mismos y, si están constantemente esperando que su hijo sea el mejor del equipo, harán mejor en no presenciar todo el tiempo los entrenamientos.
Los hobbys pasan a ser casi esenciales para aquellos niños que no tienen muchos amigos en el barrio. Pero no hay que olvidar que cada menor es distinto: algunos necesitan hacer deporte, otros necesitan algo más de tranquilidad. A la hora de elegir un curso sigue siendo primordial que los padres no lo escojan de acuerdo a sus propios gustos. Es crucial que los niños se diviertan.
Marina prácticamente no tiene ni un minuto para pensar qué hobby le gustaría hacer a ella. «Uno suele quedar relegado, pero bueno, esa es mi decisión«, asegura.
En algún momento intentó ir una vez por semana al gimnasio, pero a largo plazo fue imposible compaginar el horario con el trabajo. De todos modos, dice que en este momento eso no es lo fundamental. «Muchas veces disfruto quedarme esperando a los niños y verlos en sus actividades«.
Dpa/Mujer21
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