Hace unos años, el tener problemas para quedarse embarazada era una de las principales preocupaciones para las parejas. Hoy en día, gracias a los avances en el ámbito de la salud, contamos con diferentes métodos que ponen remedio a los obstáculos que impiden tener hijos. La inseminación artificial es uno de los más efectivos y que está teniendo gran acogida en nuestra sociedad.
¿En qué consiste?
Es la técnica de reproducción asistida más sencilla que existe en la actualidad. Consiste en introducir en el útero una selección de espermatozoides que han sido elegidos previamente. Para ello, se estudia cuándo va a ovular la mujer o se estimula, con algún medicamento, con el fin de que se realice en el momento óptimo de la fertilidad y haya más posibilidades de que el proceso salga exitoso.
Los espermatozoides también pasan por un periodo de análisis en el que se realizan varias muestras de semen con el fin de escoger aquellos que cuenten con mayor calidad. Si la concentración de espermas es baja, también existe la posibilidad de realizar la inseminación artificial mediante el banco de esperma.
¿Debo recurrir a ella?
Los pacientes que han optado por este método han sido principalmente por problemas de calidad del semen, dificultades para atravesar el cuelo uterino o incompatibilidad del moco cervical y las gametas masculinas. También suele ser la mejor opción cuando se detectan alteraciones ovulatorias, esterilidad o factor tubario corregido, entre otros casos.
¿Es efectiva?
Las estadísticas señalan que la tasa de gestación por cada ciclo es del 17%, y un 35% para aquellas que completan los cuatro ciclos. Es a las dos semanas de haberse realizado el proceso cuando se puede saber si ha sido efectivo. En el caso de que no haya sido así, al tercer o cuarto intento, se puede valorar otras técnicas más complejas como la Fecundación In Vitro (FIV).
Mujer 21
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