La existencia de amor no hace imposible la aparición de crisis, pero si la hace más llevadera y desde luego es el principal apoyo si queremos salir de ella.
Cómo reconocer si se trata de un periodo más o si se avecina el principio del fin. Todos los cambios son duros, y nosotros vamos evolucionando, a veces para moldearnos a nuestra pareja y otras tomando caminos opuestos. Antes que nada, hay que ser consecuentes y pararse a pensar si es la persona con la que estamos, aquella que a pesar de sus defectos, nos hace feliz. Si así es, valorar si la ruptura afecta a más gente, hijos. Esto no significa que debamos seguir por ellos, sólo tener en cuenta si su felicidad está siendo afectada por nuestra relación. Qué culpa tienen ellos; en ocasiones es preferible cortar y evitar a nuestros hijos situaciones que vayan en su perjuicio.
Los cambios son difíciles, y costosa la tarea que nos viene por delante ¿de verdad queremos continuar o es el momento de comenzar una nueva andadura en solitario?, la comunicación es importante, y nunca debemos dejarla de lado, ella nos ayudará a saber cómo nos sentimos ante este nuevo escenario y según lo afrontemos y la implicación de ambos, la pareja saldrá reforzada o por el contrario llegará a su fin.
Si decidimos que queremos continuar adelante, hemos de poner de nuestra parte y pedir a la otra mitad que haga lo mismo. Teniendo claro que nuestra felicidad reside en nosotros mismos y no podemos culpar a la otra parte de nuestra infelicidad. Escuchar, pero hacerlo de manera activa, intentando encontrar los puntos de discordancia y llegar a acuerdos reales y asequibles por ambas partes. Empatizar, ponerse siempre en el lugar del otro e intentar ver la situación desde el otro prisma. Hay que ser crítico pero constructivo, evitar rencores y echar cosas en cara que ya no tienen solución. Sentar unas bases y ser respetuosos con ellas. Compartir, evitar el mío y hacerlo nuestro. Y sobre todo aprender a pedir. Es algo que en nuestra infancia tenemos claro pero que con el paso de los años prevalece más el qué querrá la otra persona, no somos adivinos y por mucho que creamos conocer a nuestra pareja a veces el deseo más sencillo queda aparcado al fondo de nuestro trastero y sólo sale en discusiones. No evitar el conflicto en sí, pero si intentar no hablar las cosas en caliente.
Y si a pesar de todo ello vemos imposible continuar con nuestra relación, no pasa nada, solo se rompe la pareja, no toda nuestra vida personal. No hay que aferrarse al pasado, otras nuevas etapas vendrán, debemos apoyarnos en nuestros incondicionales, y si no fuera suficiente pedir apoyo profesional. Un punto de vista objetivo siempre viene bien. Hay que tener en cuenta que toda ruptura conlleva un duelo, desconsuelo, sensación de vacío… Pero todo esto pasa y al final nos debemos quedar con lo positivo, sabiendo donde fallamos siento autocríticos, pero no dañinos ni con nosotros y ni la que fue nuestra pareja, ya no es momento de buscar culpables, es momento de avanzar, pasar página y estar bien para poder comenzar un nuevo capítulo en nuestra vida.