Muchos niños sueñan con tener una casita en un árbol. Estos refugios aptos para encuentros secretos entre el crujido de las hojas tienen un magnetismo casi mágico. Construirlos, sin embargo, no es un juego de niños. A la hora de levantar una de estas casitas, es necesario tener cierto conocimiento y destreza. Así se hace:
– Elección del lugar: No cualquier árbol soporta una cabaña. El árbol elegido debe estar en un buen estado vital y proporcionar un sostén seguro. No puede tener partes de madera muerta, hongos ni zonas podridas. Se recomiendan robles, tilos o grandes manzanos o perales. Lo ideal es que el árbol tenga al metro de altura un perímetro de unos 80 centímetros. De lo contrario, hay que colocar pilares que sostengan la casita hasta el suelo.
– Plano: Se recomienda construir la base (lo que será el piso) en forma de rombo alrededor del tronco. También se puede construir la cabaña en una horcadura, es decir, donde se bifurca una rama. La altura ideal son dos metros. Se recomienda no colocarla más alto que eso.
– Material: Para la base y la estructura se recomiendan maderas duras como roble o haya, que son muy robustas y no suelen pudrirse. Para completarla, lo ideal son maderas gruesas que se estabilizan con tablones transversales a una distancia de máximo 60 centímetros. Se recomienda emplear tornillos buenos, de acero inoxidable. Una vez que se tiene la estructura de base, se colocan los tablones del piso, que se atornillan a la estructura inferior. Una alternativa es emplear madera terciada o contrachapado.
– Fijación: El piso debe colocarse de tal forma en las ramas que el árbol pueda seguir creciendo. La construcción debe fijarse hacia arriba con sogas de acero inoxidable, que se fijan a las ramas que tienen un diámetro de más de diez centímetros. Si es necesario atornillar al árbol, lo ideal es utilizar la menor cantidad de tornillos posible. Se recomienda hacerlo sólo en el caso de las coníferas, que a través de la resina evitan que se pudra el tronco. Otra alternativa es asegurar la plataforma mediante una segunda plataforma inferior más pequeña debajo, en forma de rombo.
– Ascenso: Los peldaños de las escaleras deben tener una distancia de entre 25 y 28 centímetros. Si se los coloca muy juntos, los niños pueden quedar atrapados entre medio. Si están muy distanciados, el ascenso se vuelve riesgoso. Las barandas deberían pasar la altura de la cadera. Lo mejor es que tengan unos 75 centímetros. Los barrotes, en cambio, deben estar a una distancia menor de nueve centímetros para que los pequeños no puedan meter la cabeza allí. Una capa de 20 centímetros de arena en el piso amortigua una posible caída del árbol, aunque lo ideal es colocar colchonetas en el piso, por si acaso.
Jana Illhardt (dpa)