Lleváis un tiempo saliendo, la relación va viento en popa y decidís dar un paso más, iros a vivir juntos. ¿Qué nos deparará el futuro? Mudarse puede ser toda una aventura llena de retos fantásticos, pero si no quieres que nada te pille de nuevas, ata bien los cabos antes de empezar con la mudanza, no vaya a ser que acabes sin pareja, sin casa o sin ambas.
¿Cuál va a ser el nuevo hogar?
Si cada uno tiene su casa, lo ideal sería una nueva para los dos. Así ambos estaríais en igualdad de condiciones. Ten en cuenta que si te vas a su casa en casa de ruptura te quedarías con una mano delante y otra detrás. Además, él puede sentir que estás invadiendo su espacio, aunque sea una decisión consensuada por ambos. Por eso casi siempre es mejor encontrar un lugar neutro.
¿Cómo dividimos los gastos?
A priori puede parecer sencillo, al 50%, ¿no? Pero a lo mejor no lo es tanto. Si ambos trabajan y tienen sueldos parecidos sería lo correcto, pero en cuanto hay una gran diferencia de sueldos y de gastos las cosas cambian. Para empezar los gastos de alquiler, comunidad y suministros deberían ir a medias. Pero si se tienen caprichos cada uno debería hacerse cargo de los suyos. Por ejemplo, televisión digital de pago para ver todos los partidos de fútbol. Dejar bien claro antes de iniciar el cambio que pagará cada uno y si es necesario dejarlo por escrito, para que después no haya malentendidos y problemas económicos con las primeras facturas. Lo más práctico es hacer una cuenta común y destinar ambos una cantidad todos los meses para desde ahí pagar todas las facturas.
¿Cómo distribuimos el espacio?
Está claro que os vais a vivir juntos entre otras cosas porque queréis pasar más tiempo juntos, pero las mujeres llevamos con nosotras una gran maleta de bártulos, desde lo más básico para nuestro cuidado personal, pasando por grandes cantidades indecentes de ropa, hasta alguna colección absurda. Dividir bien cada armario, estantería o cajón. Es más fácil hacer cuando todo está vacío. Después de asignaros los espacios será más complicado reclamar más armarios.
Nuevas rutinas, ¿de qué se encarga cada uno?
No es lo mismo irse de vacaciones una semana con tu pareja que vivir con ella. Si ya os habéis ido de vacaciones, te habrás dado cuenta, que cada uno tiene unos hábitos para el día a día. Cuando son solo siete días, aguantas si algo no te gusta, pero cuando tienes que convivir con ello a diario la cosa cambia. ¿Quién friega los platos, quién plancha o quién tiende? Deja muy claro cuáles son las tareas de cada uno. Y ha de ser una máxima, respetarlo junto con las horas de descanso, no es lo mismo entrar a las ocho a trabajar, que a las tres de la tarde.
¿Qué va a pasar con nuestros amigos?
Todos tenemos amigos con los de vez en cuando nos gusta cenar o ver una peli. Pero si tu casa va a ser por norma el centro de reunión, deberías asignar unos días. No querrás llegar de trabajar con ganas de meterte en la cama y descubrir que están todos vuestros colegas en el salón. Te puede llevar una discusión, poner límites, pero es preferible dejar todo cristalino desde el primer momento, así evitaremos confusiones futuras.
Irte a vivir en pareja es un gran cambio, ármate de paciencia y planifícalo todo, aun así habrá situaciones impredecibles. No te angusties, cada nueva etapa conlleva nuevas responsabilidades, disfruta del momento y haz lo que esté en tu mano para que funcione.
Mujer21
Debe estar conectado para enviar un comentario.