El amarillo, un color que suele ser asociado a la alegría, se ve cada vez más en las casas, y no sólo como pequeño detalle en un almohadón. Pero no siempre tuvo la misma imagen: en la Edad Media su connotación era negativa, en parte se lo entendía como sinónimo de traición, del mal y en algunos casos hasta de la muerte. En la actualidad algunas de las asociaciones tampoco son de lo más positivas, como puede comprobarse en la expresión «prensa amarilla«, que hace referencia a publicaciones que no siempre se toman muy a pecho la corroboración de su información.
Sin embargo, por el otro lado, el amarillo es asociado al sol, la calidez, el verano y el buen humor, y precisamente en esa faceta los diseñadores de interiores lo han redescubierto como una compañía ideal para la vida de todos los días.
El amarillo, según quienes estudian las tendencias, es «el nuevo rosa». No sólo reemplazará la gran predilección por el rosa sino que además, vaticinan, se impondrá en la moda durante varios años.
Las interpretaciones de estas tendencias son múltiples. Hay quienes opinan que el rosa, en todos sus matices, era un color que remitía a un sentimiento infantil que apelaba a esa parte de los seres humanos que busca contención o que quiere rememorar las raíces y las tradiciones, mientras que el amarillo es un color que irradia optimismo y que se presenta como fuente de energía.
«El amarillo es sinónimo de luz y energía y sus aplicaciones son múltiples», comenta la diseñadora Sarah Böttger. «A mí me gusta utilizarlo como complemento de otros tonos neutros y de materiales naturales», explica.
Böttger ha escogido el amarillo para sus combinaciones en alfombras bautizadas «Dune Carpet» y fabricadas en colaboración con Hanna Emelie Ernsting. «Para las alfombras de paño loden hemos tomado un amarillo ensamblado con blanco y con un gris cálido que cambia de un matiz claro a un tono saturado», explica. «Este amarillo en particular funciona independientemente de la estación del año, y siempre irradia calidez visual. Eso es lo que queríamos lograr con esta alfombra, que irradiara calidez donde se la colocara».
En la feria de muebles de Milán el amarillo estuvo presente en diversas variantes . Un ejemplo fueron las decisiones de la diseñadora holandesa Hella Jongerius, que trabaja como directora artística de Vitra. No sólo escogió el amarillo para sus propias propuestas del sofá Polder, sino también para la silla clásica Aluminium, de Charles y Ray Eames, y para otros productos de la compañía.
Una propuesta fuerte vino de la mano de una empresa española, Cosentino Group, que presentó una cocina de frente amarillo.
Knoll International de pronto también ofreció al público un verdadero ícono del diseño en ese mismo color: para celebrar el 100 aniversario del diseñador Harry Bertoia fabricó una versión de su «Side Chair» con una estructura de acero redondo cromado y una superficie para tomar asiento de, entre otras cosas, polipropileno amarillo.
Arper también se le atrevió al color: el conjunto de asientos «Steeve» del diseñador francés Jean-Marie Massaud, que cuenta con sofás, sillones y bancos en amarillo, sirve tanto para casa como para la oficina, al igual que el puff Pix de Ichiro Iwasaki.
En el fondo es inusual toparse con un color tan fuerte en el mercado, pero se sobrelleva bien. «Yo me he familiarizado cada vez más con el amarillo, porque en el interior de una vivienda puede aportar mucho a generar un buen clima», comenta el gerente de la casa de diseños Post, Volker Streckel. Él incluso asegura que muchos modelos le parecen mucho más interesantes en amarillo que en gris, negro o blanco. Si son en amarillo, los habitantes seguramente no serán aburridos.
Uta Abendroth (dpa)