Durante mucho tiempo el piso no era una pregunta a resolver, al reformar o construir una casa. En el salón de estar se colocaba madera y, dependiendo de la capacidad económica, se optaba por un parqué, por tablones o por parqué laminado sintético. En el cuarto de baño y la cocina la decisión también era clara: siempre se elegían azulejos que fuesen fáciles de limpiar. Hoy en día en las ciudades está muy de moda también el hormigón alisado.
Además de todas esas variantes existen otras como el policloruro de vinilo, conocido como PVC, el caucho o el linóleo, pero no son opciones muy demandadas, ya que en otras épocas se granjearon no muy buena fama. Lo que menos cayó en gracia fueron los debates sobre los posibles efectos perjudiciales para la salud.
Eso mantuvo a los consumidores apartados de este tipo de opciones, aunque hoy en día todos los pisos de PVC suelen haber sido sometidos a evaluaciones y deben estar aprobados. Las versiones perjudiciales por lo general ya ni llegan a los mercados.
Esas variantes elásticas suelen ser muy resistentes, duraderas y fáciles de limpiar y de cuidar, por eso son muy requeridas en las oficinas, en hospitales y en otros sitios muy transitados.
¿Cómo sería colocarlos en casa? Si esa es la pregunta, más vale que entre las respuestas estén las baldosas vinílicas de lujo, conocidas como LVT por su abreviación en inglés.
Su punto fuerte es que a simple vista no parecen un revestimiento elástico. Los fabricantes suelen imitar azulejos, madera u hormigón en sus diseños. Además, las LVT están hechas en base a varias capas, de modo que al fabricarlas se puede optar por diversas texturas, estructuras y superficies.
La empresa Li & Co. les coloca por encima una fina capa mineral y la sella con una resina sintética. El efecto es fantástico: el piso parece hecho de hormigón y, según la compañía, también se siente de ese modo. Otras opciones son las de Nox Corporation, que fabrica pisos de PVC con diseños de alfombra o de madera.
Para el arquitecto Roberto Palomba, experto en tendencias de la feria de pisos Domotex de Hanover, esa es precisamente la gran ventaja del LVT: muchos consumidores quieren para sus casas materiales que parezcan lo más naturales posible y es primordial hallar alternativas cuando no todos los pisos pueden fabricarse a partir del mármol o de la madera. «Sería demasiado costoso, además de ser un despilfarro irresponsable de recursos naturales«, advierte.
Otra de las ventajas del LVT en relación con el piso elástico tradicional es que pueden ser colocadas en diseños muy distintos, ya que el LVT no se vende en rollos sino en placas como azulejos o en tablitas como el parqué.
Para el diseñador industrial Stefan Diez, director del jurado que entrega el premio a la innovación de Domotex, ese es el punto central: «Como diseñador no me interesan tanto los productos que imitan la madera u otros materiales naturales, sino los productos que ofrecen formas que propician el diseño individual«.
Por lo general, los pisos elásticos son colocados con pegamento y sobre una superficie plana y pareja. En el caso del LTV es igual, si bien pueden prescindir del pegamento. Los fabricantes suelen ofrecer distintos tipos de colocación similares al parqué o al laminado sintético. También existen sistemas en los que las piezas se enganchan con un click, mientras que otras opciones de LVT presentan una cara adhesiva.
El hecho de que el producto tenga varias capas también es un buen punto en cuanto a su estructura. Muchos son impermeables y pueden ser colocados en la cocina o en el cuarto de baño. Además, algunos fabricantes incluso producen pisos que son resistentes a los hongos, a los gérmenes y las bacterias.
Sin embargo, los nuevos productos tienen una desventaja: su estructura y el hecho de que en lugar de venderse en rollos se venda en planchas hacen que sean más difíciles de fabricar y, por ende, más costosos.
Peter Steinhauer (dpa)
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