Picor en la garganta, ganas de toser, ojos secos: estas son las consecuencias de cuando se reseca el aire del ambiente. Muchas personas son más propensas a enfermarse en invierno. Al poner la calefacción en los ambientes, se reduce la humedad. Ventilar de más no ayuda mucho, sobre todo si las temperaturas exteriores son muy bajas, porque esto hace que la humedad relativa del ambiente vuelva a bajar.
Lo más agradable y lo más conveniente para la salud es que la humedad del ambiente sea de entre 40 y 50 por ciento. Si se encuentra por debajo, se resecan las mucosas del cuerpo, lo que aumenta el riesgo de sufrir virus gripales y resfríos. Es por eso que un humidificador puede ser una buena opción, especialmente para las personas de salud delicada.
Hay distintos modelos en el mercado, pero quien decide comprar un humidificador debería prestar especial atención a la calidad. Esto quiere decir que no sólo aumente la humedad en el ambiente, sino que también la controle. Los mejores aparatos son los que marcan la humedad ambiente actual y se apagan solos cuando alcanzaron la humedad ambiente ideal.
En principio, lograron imponerse dos tecnologías: los purificadores y los humidificadores. Los purificadores rocían el ambiente con una delicada neblina que se evapora en el ambiente o en el mismo aparato y humidifica de esa forma. Sin embargo, este tipo de aparatos requieren una higiene profunda, idealmente siempre después de llenar el tanque de agua. De lo contrario, existe el riesgo de que se esparzan por el ambiente gérmenes y suciedad. El humidificador no tiene este problema de higiene, ya que funciona como un hervidor y calienta el agua antes de que se evapore en el ambiente.
Para saber si tiene sentido poner un humidificador en la casa, lo mejor es medir de forma regular la humedad que hay en los ambientes con un higrómetro. La humedad en los ambientes varía con las estaciones. Por eso, no es necesario usar humidificadores todo el tiempo.
Por lo general, las casas suelen estar demasiado húmedas más que demasiado secas, sobre todo porque cuando se usa la calefacción, no se suele ventilar. En líneas generales, los humidificadores sólo son necesarios en días muy fríos de invierno. Es decir, vale la misma regla que con los aires acondicionados en verano: se prenden sólo cuando las temperaturas son muy altas.
Sin embargo, a algunos no les basta con que el aire esté más húmedo y necesitan también que huela rico con ayuda de aceites, sprays, velas, palillos de madera o hornillos. En general se trata de óleos etéreos, pero también se emplean sustancias sintéticas. Si se los usa en cantidades discretas, son percibidos de forma agradable, como un perfume para el hogar. Sin embargo, su uso es apenas cosmético. El aire no se vuelve más húmedo, más cálido ni más frío con ellos. Apenas huele distinto.
Para muchos especialistas en alergias y asma, el empleo de este tipo de perfumes no es recomendable. La presunción de que con este tipo de aromatizantes el aire mejora es falsa. En realidad, todo lo contrario: añaden químicos adicionales al aire cuyos efectos sobre la salud no se conocen. Esto es problemático sobre todo para personas alérgicas, asmáticas o sensibles a ellos y puede ocasionar problemas en la salud.
Hay especialistas que tampoco recomiendan su empleo en los humidificadores. Si siente dolor de cabeza, tiene tos o alteraciones circulatorias, podría no tener tolerancia a ellos. Y, sobre todo, hay que tener cuidado con los niños.
Las personas que no sienten molestias con los aromatizadores pueden usarlos, pero de forma moderada, por períodos cortos. Y además, antes de usarlos, es importante renovar primero el aire del ambiente. Si no, los aromas tapan el aire estancado en la habitación.
El aroma fresco a lavanda o limón, por ejemplo, genera una sensación de pureza que no es necesariamente real. No hay que tener miedo de ventilar: el aroma suele persistir en muebles tapizados y alfombras.
Dpa/Mujer 21
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