Quien quiera llenar la casa de colores, debería tomarse unos instantes para pensar bien cómo lo hará. No todos los colores tienen el mismo impacto. El blanco es neutral, el rojo resulta muy activo y el azul suele despertar serenidad, siempre y cuando no sea muy oscuro. El amarillo es alegre y algunos tonos de verde, según los testimonios, generan una sensación de equilibrio. Pero no todas las asociaciones son iguales, porque puede que lo que le despierta un color a una persona esté pautado por experiencias previas asociadas a ese tono en particular.
Por ejemplo, el color que tenían las paredes en la casa de los padres puede ser asociado con las experiencias hechas en esa vivienda durante décadas.
De todos modos lo interesante es que los colores no nos resultan indiferentes. Siempre tienen una repercusión. Repercuten en nuestras sensaciones, en nuestro estado de ánimo, y hasta la más mínima presencia de un tono determinado puede transmitir un «quédate aquí» o un «prefiero partir«.
Al comprar pintura, la gama es tan amplia que hasta puede convertirse en un problema. ¿Cuál será el color correcto?
Los especialistas recomiendan pensarlo bien antes de ir de compras. Las revistas con imágenes de otras viviendas pueden resultar inspiradores y despertar nuevas ideas. También puede ser útil tomar una caja de colores y pintar distintas posibilidades en una hoja. De ese modo será fácil notar si se prefieren colores armónicos o contrastes y con qué tonalidades uno se siente más a gusto.
No hay que olvidar que es muy importante tener en cuenta los tapizados y las alfombras a la hora de pensar en las paredes.
Si el piso es de madera y el sofá es anaranjado, una posibilidad sería optar por un color algo más frío para las paredes de modo de alternar. Quien no esté del todo seguro si los colores elegidos serán los que realmente quedarán bien puede recurrir a un truco muy sencillo: tomar un trozo de tela económica y probar qué efecto tiene el color en un determinado ambiente.
La atmósfera que genera un color es crucial a la hora de elegir. Es bueno pensar si se busca algo liviano o cálido. La calidez puede lograrse a través de la gama del beige o de amarillos anaranjados. Los azules, en cambio, tienen un efecto más frío. Y si lo que se quiere es lograr una sensación de liviandad los colores pastel suelen ser los favoritos.
Cuanto más blanco contenga un tono, más liviano parecerá. Muchas personas se sienten particularmente a gusto al estar rodeadas de colores que se asemejan a los tonos de la piel.
Pero para sentirse realmente bien es necesario tener más de un color en un ambiente. En los espacios monocromáticos la percepción deja de ser exigida y la falta de estímulo puede genera cierto nerviosismo, opinan algunos arquitectos de interior.
Lo ideal es tener cierta alternancia de colores sin que resulten demasiados. Una opción es escoger tonos diferentes de una misma gama. Para eso los objetos como los almohadones, los tapizados y las cortinas se vuelven fundamentales. Sus colores pueden transmitir una gran vitalidad sin ser invasivos. Y lo mejor es que es más fácil cambiarlos según el estado de ánimo o el momento que se transita. De pronto el almohadón de la habitación principal puede quedar de maravilla en la sala de estar.
Julia Räsch (dpa)
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