Desde la infancia hay que transmitir los buenos hábitos de alimentación, los niños no deben pensar que tienen el control de lo que comen o no. Y somos nosotros los padres los que debemos culturizarlos a todos los niveles y en este caso el gastronómico.
A pocos niños les gustan las verduras, el pescado o los platos de cuchara. Muchos serian felices comiendo arroz o filetes de pollo y si me apuras estarían encantados alimentándose a base de chucherías. Pero como poco, es insano, han de tener una alimentación variada y eso pasa por una ardua labor de los padres.
¿Qué el niño no quiere judías para comer? Pues para merendar y sino para cenar. Eso es un error que cometemos muchos padres y que debemos enmendar cuanto antes. No debemos obligar al pequeño a comer algo que no quiere porque en algunos casos puede producir rechazo. Intenta encontrar otra manera de darle esos nutrientes que necesita pero con platos más apetecibles. Decorar los platos es una gran idea, es cierto que muchas veces llegamos tan cansadas sin ganas de cocinar y lo que menos apetece es ponerse a decorar platos. Pero podemos involucrar a los menores, si hacemos de la cocina un momento divertido, querrán participar. Además, se lo comerán con más gusto ya que ellos han participado en su preparación.
A continuación os dejo algunas ideas que harán que los platos queden vacíos:
-No le gusta la verdura, prueba a añadir unos guisantes. Merece la pena intentarlo.
-Un salmón llamado Nemo. Con queso Philadelphia y salmón ahumado tendrás un segundo para todos los gustos.
-¡Al abordaje! Patatas, tomatitos Cherry y rabas de calamar. Del mar a la boca en barco.
-De caritas va la cosa: un cerdito, un gato o una niña con una permanente de mucha pasta, dale una vuelta a tus platos para que traigan una sonrisa con ellos.
-Todas las ideas son bien recibidas: ¿qué merendamos?
-Y de postre, ¿un monstruo o pavo real?
Mujer21
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