Todos guardan en el ropero alguna perla de modas pasadas, que reviven en una charla entre amigos al recordar otras épocas mientras se bebe una buena copa de vino. «¿Recuerdas cuando llevábamos pañuelos en la cabeza?» o «¿Dónde estará aquella camisa que sacabas para las fiestas?». La nostalgia por las ropas de antes surge, a veces, cuando la moda del presente se percibe como algo sin gracia y sin brillo. En contraste, el pasado es idealizado. Es un movimiento que se produce a un ritmo casi cíclico y que no depende de la moda de una época en particular.
Pero la nostalgia por una moda del pasado también tiene otros motivos. Con frecuencia lo que se recuerda es lo que uno vestía cuando era adolescente o en épocas en las que experimentó y vivió muchas cosas nuevas. La vestimenta, en aquel momento, era un elemento con el que uno mostraba pertenencia a algún grupo en particular.
En parte las ropas tomaban como guía a algún ídolo, con lo cual recordarlas también es recordar a quiénes eran las grandes figuras que se seguían, qué se sentía, qué vínculos emocionales eran particularmente importantes.
Las modas dependerán del contexto en el que se creció. En algunas latitudes, la gente que hoy tiene cuarenta años recordará melancólicamente las fiestas con música tecno; otros pensarán en vaqueros rotos y chaquetas de cuero; otros en faldas cortas y a cuadros o en camisas con grandes hombreras. También estuvo la moda del equipo de entrenamiento o de las chaquetas ligeras de jean o de los borceguíes.
Pero lo curioso es que no sólo lo que uno ha vestido en el pasado genera nostalgia. También se puede sentir nostalgia por ropas que uno conoce de épocas que no vivió. En esos casos las modas son asociadas a una idea o a un ideal, como sucede con las tendencias de los 70.
Y el sector de la indumentaria sabe aprovechar muy bien esas nostalgias. En realidad, las modas nuevas pocas veces generan productos muy originales. Suelen combinar elementos viejos con elementos más nuevos. Por eso los pantalones de botamanga ancha han resurgido una y otra vez y se alternan con pantalones pitillo en diferentes variantes. La moda salta de un corte a otro.
Pero, si bien es cierto que todo vuelve, el regreso no es un calco de lo que fue. Los materiales suelen ser distintos. La pana, por ejemplo, ya no se ve tanto y los cortes son ligeramente distintos.
Los vestidos también toman como modelo variantes del pasado, pero la silueta es algo distinta, marcan otra línea. Y los significados también van variando con el correr del tiempo: así como los hot pants en los 70 fueron un escándalo y sinónimo de rebeldía y libertad, hoy se han convertido en algo común.
¿Qué hay entonces con las perlitas que cuelgan en el ropero? Algunas habrán cumplido su ciclo, como las tobilleras, que pueden quedar bien en una pierna joven pero resultar curiosas en mujeres mayores de 40. Otras piezas, en cambio, seguramente podrán resucitar o ser las prendas favoritas de la próxima generación de la casa.